Color o conservación, menudo dilema

Hace poco, como ya dije en una entrada anterior, tuve la suerte de ir a Oslo. Y me encontré con un hecho muy curioso, al menos para un daltónico como yo.

El museo de los barcos vikingos alberga una serie de reliquias encontradas a principios de siglo en diversas excavaciones realizadas por arqueólogos noruegos y suecos. No es muy grande, ni hay muchos elementos expositivos, pero han reconstruido una serie de barcos a partir de los restos encontrados, y la verdad es que la historia te atrapa.

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Encontraron, no sólo los restos de los barcos, sino utensilios de todo tipo, ropas, trineos y el único carro vikingo que se conserva. Los más llamativos son los mascarones de los barcos y los cetros reales. En los barcos viajaban familias, guerreros, reyes, hasta animales, tenían que estar aprovisionados para tantos meses en el mar

Cuando encontraron los barcos, enterrados desde hacía mas de 1100 años en unas tumbas reales cerca del fiordo de Oslo, se encontraron con un gran dilema. ¿Aplicar un tratamiento agresivo para conservar las reliquias, a pesar de menoscabar la belleza de las mismas? o, ¿respetar lo que se suponían que eran los colores originales, poniendo así en peligro la conservación de las tallas encontradas?

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El dilema queda reflejado en un panel que explica la decisión final y habla de lo bonito que se debían ver esos colores surcando los fiordos o desplazándose por la nieve. Todo muy bucólico, pero lo cierto es que ahora todo es color madera oscura, o así lo veo yo, aunque desde luego me hubiera gustado comprobar los colores originales, aunque tampoco supiera cuáles eran. En este caso la decisión del científico nos volvió daltónicos a todos, ganó la conservación, ¿afortunadamente?

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